Roald Dahl, 1964.
Aunque la fascinación de Dahl por las golosinas lo caracterizó desde niño, no fue esto lo que lo llevó a escribir la historia de Charlie y la fábrica de chocolate.
A principios del siglo XX, la industria de los dulces en Europa atravesaba por una situación difícil debido a que registrar los derechos de exclusividad sobre las recetas de caramelos era prácticamente imposible. La falta de patentes hizo que el espionaje en las fábricas donde se producían fuera una práctica común. Cada año, los grandes empresarios de golosinas infiltraban espías en las líneas de producción de sus competidores para copiar las fórmulas y vender los mismos productos con otro nombre.
A lo largo de su infancia, Dahl fue testigo de como las pequeñas tiendas de chocolatinas y bombones que tanto le gustaban desaparecían a causa del robo y la competencia desleal. Fue por esto que, años más tarde, decidió escribir sobre el enigmático señor Willy Wonka.
(Origins of a story, Jake Grogan, 2020)